Sonrisas y lágrimas: El Juan Ríos Tejera cumple 30 años

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Fotos: Archivo SuperBasket Canarias

José Luis Hernández (sbc) La Laguna (Tenerife)

El mítico pabellón Juan Ríos Tejera de La Laguna ha cumplido 30 años. El sábado día 13 de septiembre de 1986 el club aurinegro jugó ante el Oximesa de Granada su primer partido oficial en el polideportivo de San Benito, que era como se le conocía inicialmente. El encuentro se saldó con una espectacular victoria lagunera (105-78), en lo que iba a ser el comienzo de la época dorada del Canarias.

El pabellón del colegio Luther King se había quedado pequeño. La exigencias de la Liga ACB eran las de contar con una pista que tuviese un aforo mínimo de 3.000 asientos y unas determinadas dimensiones, por lo que comenzó a correr el rumor, con mucha fuerza, de que el Canarias tendría que baja a Santa Cruz de Tenerife para disputar sus partidos oficiales, ante la carencia de una instalación de esas características en La Laguna.

Don Juan Ríos Tejera, gran valedor del C. B. Canarias
Don Juan Ríos Tejera

Esto, como se podrá imaginar, disparó todas las alarmas entre los aficionados aurinegros e incluso la Peña San Benito inició una campaña, con pancartas colocadas en el camino de Las Gavias, en las que se solicitaba la construcción de un pabellón que reuniera las condiciones necesarias para que el Canarias pudiera seguir compitiendo en Aguere.

El consistorio lagunero recogió el guante y, rápidamente, se puso manos a la obra, nunca mejor dicho, para que su buque insignia deportivo no tuviera que abandonar el municipio ni la ciudad que le vio nacer.

Por aquél entonces estaba ya en pie el polideportivo de San Benito, en el lugar donde anteriormente existía un campo de fútbol de tierra, así que las presiones hicieron que se reconvirtiera en la casa del Canarias en un tiempo récord.

De las Casas, Phillips, Harper, Germán, Marrero, Díez, Hernández Rizo, Cabrera, Méndes, Solé, Arteaga y Artiles, plantilla 1986-87
De las Casas, Phillips, Harper, Germán, Marrero, Díez, Hernández Rizo, Cabrera, Méndez, Solé, Arteaga y Artiles

Mientras los trabajadores hacían 3 turnos para poder acabar el nuevo feudo canarista y no tener que disputar el primer partido de la temporada 1986-87 en el Pabellón de los Deportes de Santa Cruz de Tenerife, la plantilla que dirigía José Carlos Hernández Rizo si tuvo que andar de pista en pista, para poder hacer la pretemporada en condiciones. Fue todo un peregrinaje, y si no que le pregunten al zorro plateado.

Desde un primer momento, la nueva pista del Canarias tomó el nombre de un lagunero de pro e ilustre valedor de la entidad aurinegra, don Juan Ríos Tejera, figura importantísima en la historia del club de Aguere. Con una capacidad inicial para 3.500 espectadores, aunque en algunos partidos se llegaron a meter 4.500 y años después se redujo su aforo por motivos de seguridad, la nueva instalación deportiva fue un auténtico salto de calidad para el conjunto amarillo y negro. Se trataba de una cancha espléndida para jugar al baloncesto, aunque guardaba un secreto desvelado años después por el compañero Agustín Arias en su libro Pepe Cabrera. Dos equipos, una pasión.

Afortunadamente para el Canarias, el encargado de medir la pista de juego y la distancia respecto al muro era el, por entonces, presidente del Colegio de Árbitros de Tenerife, don Miguel Díez Alegre (q. e. p. d.). Con las dimensiones de la pista no hubo problema alguno pero en la distancia de separación del muro y los banquillos si. Lo cierto es que las medidas eran menores a las mínimas reglamentarias pero Miguel Díez no iba a dejar a La Laguna sin la Liga ACB por 15 centímetros, así que decidió ir dando unas medidas irreales a la persona encargada de apuntarlas, unas medidas que daban la opción al Canarias de competir en su ciudad, en la bombonera y ante los suyos.

Imagen actual del pabellón Juan Ríos Tejera

El Canarismo siempre estará en deuda con don Miguel por ese detalle, que permanecerá siempre en la memoria colectiva de los aficionados aurinegros, y que hubiese cambiado la historia del club lagunero.

Comenzaba así la leyenda del pabellón Juan Ríos Tejera, escenario de sonrisas y lágrimas, de victorias, logros históricos y también de algunas derrotas y fracasos dolorosos. Allí permanecería el primer equipo amarillo y negro durante 24 temporadas consecutivas, hasta que tuvo que cambiar al Santiago Martín, su actual casa, pero la cantera canarista permaneció y permanece fiel al Ríos Tejera, no solo aprendiendo a jugar al baloncesto y compitiendo, también respirando historia.

Se iniciaba una etapa de enorme crecimiento para el Club Baloncesto Canarias y, aunque no todo el camino fue de color rosa, si lo fue amarillo y negro.