Por José Luis Hernández. Fotos: ACB Photo y BCL Photo.
Aguere-La Laguna (Tenerife), 28 de enero de 2024.
Actualizado a las 19.27 GMT+1
Desde mi perspectiva resulta intrigante el misterioso rendimiento del Canarias en su propia cancha. ¿Por qué un equipo que brilla tanto lejos de casa parece perder gran parte de su chispa ante su propia afición?
Al observar con detalle los partidos que esta temporada disputa el Canarias en el Pabellón Santiago Martín, es innegable que el equipo lagunero muestra un desempeño menos convincente en casa. ¿Es acaso el temido ‘miedo escénico’ lo que afecta a nuestros baloncestistas cuando se enfrentan a los rivales al amparo de la Fiebre Amarilla? Las expectativas y la falta de confianza pueden jugar un papel crucial en el rendimiento de los aurinegros pero ¿puede ser esta la única explicación?
Haciendo un análisis más profundo, es necesario considerar factores como la táctica del entrenador, la química entre los jugadores y las circunstancias individuales y colectivas de cada encuentro. Si los dos primeros son buenos y las terceras varían en función del rival… ¿Qué es lo que falla? ¿Se trata de una casualidad estadística o hay un patrón subyacente que explica esta aparente dicotomía en el juego de los nuestros? Las diferentes ruedas de prensa y declaraciones varias de los baloncestistas aurinegros, así como las del entrenador jefe de la franquicia isleña, no arrojan, de momento, luz sobre esta incógnita. Y yo me sigo haciendo preguntas: ¿Hay algo en la dinámica del equipo que cambia sustancialmente cuando juegan en casa? ¿O es simplemente una cuestión de fortuna, falta de confianza y momentos clave que no favorecen al quinteto aurinegro sobre su propio parqué?
Sea cual sea la razón que existe detrás de esta doble versión, créanme que yo tampoco me lo explico, queda claro que el Canarias tiene la capacidad y la calidad como plantilla para brillar tanto en casa como fuera, aunque de momento no sea asi. Resolver este arcano, obviamente, podría ser clave para consolidarse como un equipo imparable en la Liga Endesa, la llamada clase media alta, sin importar la ubicación del enfrentamiento aunque, de momento, parece más un interrogante propio de un programa como Cuarto Milenio. ¿Es posible que haya una fuerza ‘sobrenatural’, a lo Space Jam, que afecta a nuestros baloncestistas cuando se encuentran jugando ante sus propios seguidores? Porque uno ya no sabe qué pensar ante la desaparición de algunas habilidades en casa respecto a lo que vemos cuando el equipo juega lejos de las islas. Ya sé que la idea les puede sonar descabellada, pero, puestos a pensar, no podemos ignorar la posibilidad de que otros factores más allá de lo convencional entren en juego.