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Faltaba algo más de un minuto para finalizar el partido cuando su entrenador, Hernández Rizo decidió sustituirle. Parece que fue ayer pero han pasado 34 años
- Carmelo Cabrera regresa al parqué del Ríos Tejera y recuerda la efeméride para SuperBasket Canarias en el Día Mundial del Libro
Por José Luis Hernández/ Fotos: Archivo José Luis Hernández
Aguere-La Laguna (Tenerife), 23 de abril de 2022
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l 23 de abril de 1988 el mejor jugador aurinegro de todos los tiempos dijo adiós al baloncesto como jugador en activo. Con el pabellón Juan Ríos Tejera como escenario y una serie del playoff por el titulo como motivo, el genial base grancanario se despedía de la Fiebre Amarilla y de todos sus seguidores, que son legión, con un gancho desde mucho más allá de la por entonces línea de 6,25 metros. Atrás quedaba una carrera de 20 temporadas al más alto nivel pero comenzaba la leyenda.
Pero volvamos a aquella fecha de la temporada 1987-88. Finalizaba el primer Playoff por el título de la Liga ACB cuando Carmelo Cabrera, el jugador más veterano de la competición con 38 años, convocó a todos los medios de comunicación para anunciar su decisión definitiva de abandonar el baloncesto como jugador en activo. «Tras colocar al equipo en las dos últimas temporadas en la Serie A-1, me marcho por la puerta grande. Está decidido y me retiro, aunque como la directiva me considera patrimonio del club me ha ofrecido un cargo técnico dentro del mismo aún por decidir. Tampoco puedo adelantar los datos sobre el partido homenaje que se prepara. Es una decisión pensada y meditada», dijo el playmaker visiblemente emocionado.
Carmelo Cabrera había dedicado sus últimas siete temporadas a defender la camiseta amarilla y negra del Canarias, permaneciendo durante dos décadas en la élite del baloncesto, donde llegó a ser 102 veces internacional con el equipo nacional español, además ser convocado por la selección de Europa en 1975 y registrando tantos entorchados nacionales e internacionales, de clubes así como con el equipo nacional, que en el presente año 2002 se sigue manteniendo como el quinto jugador más laureado en la historia del baloncesto español.
Todos los medios de comunicación, generalistas y especializados, desde la prensa escrita hasta la radio o la televisión se hicieron eco del anuncio del ‘Mago’ Cabrera. El base FIBA más genial y creativo de todos los tiempos decía adiós con 38 años pero en plenitud de forma. Entonces… ¿por qué ser retiraba realmente Carmelo Cabrera? Aquella era la versión oficial pero detrás de aquel escueto mensaje se escondían otros factores que desvelamos en la obra ‘Carmelo Cabrera, El Globetrotter Blanco’, escrita por quien redacta este artículo y editada por la editorial Círculo Rojo en el año 2016.
La verdadera retirada de Cabrera
«Quizá yo me planteé jugar un año más porque físicamente estaba bien. Lo que más me costaban eran las pretemporadas pero luego, para jugar, estaba muy bien. Se lo solía decir a los preparadores físicos, estamos muy altos, muy fuertes… pero el objetivo de este deporte es meter la pelota por el aro y yo, en esas circunstancias, en esas situaciones de mantener el balón, de los tiros libres, de organizar, de dirigir, de que no me quitasen el balón lo seguía haciendo igual» recuerda Cabrera.
«No tendría, quizá, la misma fortaleza para aguantar con la misma intensidad tanto tiempo, pero si con las rotaciones. En el baloncesto actual hay gente que juega 3 minutos, o un cuarto, pues eso lo hubiese hecho perfectamente. Estando en forma y entrenando todos los días como yo lo hacía, inclusive yo pude haber jugado como mínimo un año más, pero como no me daban oportunidades te vas desmotivando y viendo que cada vez está más próxima la edad, pero me miraron mucho el DNI. Farrique (presidente del CB Canarias) no miraba si era rentable para el equipo, solamente dividía el importe de mi ficha entre el tiempo que estaba en la pista. Yo hubiese seguido por lo que me gustaba, por lo que disfrutaba y pensaba, además, conscientemente, que podía seguir ayudando al equipo. La edad va con la capacidad y la personalidad del individuo y, sobre todo, con la afición. Yo con mis 38 años sabía que podía seguir jugando pero con el paso del tiempo, y de forma inconsciente, vas perdiendo algo de motivación. Yo tenía la misma de siempre, pero ya no participaba con la misma intensidad que en otros años, es decir, entrenaba fuerte pero jugaba poco. Yo quería seguir. Hubiera jugado hasta los 39 o 40. Me respetaron las lesiones, había una gran afición y yo tenía una gran mentalidad. Los aficionados me tenían un gran respeto y todavía siguen teniéndola» añadía Carmelo para la redacción de su obra biográfica.
Cajacanarias-Cai Zaragoza, su último partido
El enfrentamiento entre maños y canarios se convirtió, de forma espontánea, en un homenaje sincero y cariñoso hacia el baloncestista. En Zaragoza, el equipo local había sido muy superior al canarista (104-90) e igualar la eliminatoria en La Laguna, para luego volver a la capital aragonesa y disputar un hipotético tercer partido se hacía muy cuesta arriba, aunque los aurinegros lo intentaron hasta el último minuto.
En la noche de Carmelo ‘Mago’ Cabrera lo mejor fue la afición. El Canarias volvió a perder, esta vez por 92-108, en un partido con claro color visitante, y aunque el Cajacanarias solo pudo parar a los rojillos durante los diez primeros minutos de juego, estos empezaron a despegarse en el marcador llegando a señalar el electrónico una ventaja foránea por 20 puntos, el protagonismo estaba lejos del marcador. Eso era lo de menos. Curiosamente, los aficionados del Club Baloncesto Canarias decían adiós a la temporada 1987-88 con alegría por los logros deportivos obtenidos, los mejores hasta aquellos momentos en la historia de la entidad baloncestista lagunera, pero con la gran tristeza de tener que despedir al referente, al líder, al guía espiritual del equipo e ídolo de varias generaciones.
Los últimos siete minutos, el número mágico de Cabrera, de aquel encuentro fueron inolvidables. Con veinte puntos abajo, los aficionados aurinegros no dejaban de corear sus famosas canciones y consignas a favor de los laguneros y del propio jugador. Era su forma de dar las gracias al equipo por todo, por la consecución de la sexta plaza en la Liga ACB y la clasificación para la siguiente edición de la extinta Copa Korac, pero también era una manera de dar las gracias a Carmelo por todo lo aportó al conjunto lagunero durante siete campañas.
Faltaba algo más de un minuto para finalizar el partido cuando Hernández Rizo, tras autorizar a Cabrera a lanzar un gancho desde más allá de la línea de 6,25 decidió sustituirle. Estaba previsto. José Carlos quería que el adiós de Carmelo fuese algo especial, y vamos si lo consiguió. Con todos los espectadores puestos en pie y al grito unánime de ‘maestro, maestro, maestro’ el número 7 canarista dijo adiós a sus incondicionales. En ese momento, los colegiados Fernández y Fajardo pararon el partido, algo inusual en aquella época, y todos los jugadores de ambos conjuntos se acercaron para despedir al base canarista. La emoción era incontenible y las lágrimas brotaban. Una vez concluido el partido, Carmelo volvió a salir al centro de la cancha y la emoción ya fue incontenible. Carmelo subió a la grada y regaló su última camiseta a la Peña San Benito para luego empezar un lento peregrinar, dando la vuelta completa al recinto deportivo de San Benito, para estrechar las manos y dar besos a sus seguidores. Fue, sin duda alguna, la noche de Carmelo Cabrera. Sin él, ya el baloncesto nunca volvió a ser lo mismo.
«Todo se lo debo al baloncesto», declaró Cabrera nada más terminar el partido. Dos décadas de baloncesto decían adiós. La fantasía, el espectáculo y la magia acaban de perder a su padre espiritual. De ello han pasado 34 años. Parece que fue ayer.
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