Las tres Copas Intercontinentales de Carmelo «Mago» Cabrera (I)

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  • El 7 mágico aurinegro ganó las ediciones de 1976, 1977 y 1978 cuando vestía la camiseta del Real Madrid.
  • El torneo intercontinental le confirmó, hasta en tres ocasiones, como uno de los mejores jugadores del baloncesto FIBA.

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José Luis Hernández | @JoseLuisHdezT7
Fotos: Archivo / José Luis Hernández
SuperBasketCanarias.info
28 de Agosto de 2017
El legendario Carmelo Cabrera posa en su época como jugador canarista / Foto: Archivo José Luis Hernández
El legendario Carmelo Cabrera posa en su época como jugador canarista / Foto: Archivo José Luis Hernández

LA LAGUNA (TENERIFE) – El próximo día 24 de septiembre, ante Guaros de Lara, el Canarias tiene la oportunidad de ampliar, aún más, su leyenda. La oportunidad, histórica, de poderse proclamar campeón de la Copa Intercontinental, tras haber ganado brillantemente la BCL, ante sus incondicionales en La Laguna, es algo que está al alcance de muy pocos jugadores pero la excepción, léase Carmelo Cabrera, siempre confirma la regla.

El dominio del equipo de baloncesto del Real Madrid durante la década de los años 70, no solo en el estado español, también en Europa, no solo sirvió para que el club blanco fuera considerado uno de los mejores del mundo FIBA, sino que terminó de catapultar la fama del jugador grancanario Carmelo Cabrera, años después buque insignia del Canarias, como una de las grandes estrellas del baloncesto mundial. Ganó la Copa Intercontinental en tres ocasiones consecutivas junto a sus amigos y compañeros Walter y Luis Mari Prada, siendo los únicos jugadores aurinegros que, por el momento, tiene esos entorchados en su palmarés deportivo. Randy Meister, que también vistió la elástica lagunera también la ganó, pero solo en una edición.

Buenos Aires (Argentina) 1976

Del 1 al 5 de octubre de 1976 se disputó en la ciudad argentina de Buenos Aires, la X Edición del Mundial Interclubes, también conocido por Copa Intercontinental y, posteriormente, por la Copa William Jones. Los merengues de Cabrera se enfrentaron al Amazonas Franca de Brasil (83-70), Obras Sanitarias de Argentina (109-89), Asfa Dakar de Senegal (89-51), Mobilgirgi Varese (79-74) y Universidad de Missouri (102-97), en la gran final. Los equipos americanos fallaron y el torneo quedó reducido a la lucha entre los equipos europeos, eternos rivales. Rafael Rullán tuvo una magnífica actuación que anuló a Meneghin, trabajo que llevó a la victoria a los blancos frente a los italianos por 79-74. El Real Madrid se presentaba en la final ante la Universidad de Missouri.

Mucho tuvo que trabajar el equipo de Lolo Sainz para doblegar a los universitarios americanos. Los estadounidenses cuajaron su mejor actuación en el torneo, convirtiéndose en un rival incómodo para los españoles. Los norteamericanos, con un juego rápido y una gran intensidad defensiva, se pusieron por delante en el marcador (8-4) pero en ese momento el equipo madridista comenzó a defender con mayor intensidad, impidiendo a los jóvenes jugadores universitarios anotar con facilidad. En el ataque merengue comenzó a aparecer Walter, años después también jugador aurinegro, que aprovechaba las asistencias de Cabrera para anotar con cierta facilidad. La entrada de Coughran sustituyendo a Rullán dio más fortaleza al Real Madrid en la pintura lo que supuso el despegue del equipo blanco (40-33) a los 17 minutos.

En la segunda mitad la Universidad de Missouri salió decidida a llevarse el título mundial, y gracias a la excelente actuación de Ray y Kennedy se pusieron a solo 5 puntos (55-50). A los trece minutos de juego, los americanos se colocaron a tan solo 3 puntos, porque había empezado a funcionar su tándem KennedyAnderson y además, los de Sainz no podían con la defensa en zona de su adversario. En ese momento apareció la contundencia de Walter Szczerbiak en ataque, decisiva en la definición del encuentro para los intereses madridistas (102-97).

El Real Madrid, en el que también figuraba el tinerfeño Cristóbal Rodríguez, se proclamaba campeón de la Copa Intercontinental por primera vez, diez años después de comenzar una tenaz persecución. Era un título que le faltaba al club madridista y por ende a Carmelo Cabrera, pero al fin los blancos podían presumir de haber conquistado ese Campeonato del Mundo de Clubes.