Por José Luis Hernández. Fotos: Redes Sociales
Aguere-La Laguna (Tenerife), 26 de marzo de 2024.
Actualizado a las 01.44 GMT
Ayer, mientras navegaba por las redes sociales, me volví a topar por enésima vez, con un fenómeno que me resulta increíblemente desconcertante: la insistente afirmación de que un jugador volverá «más fuerte» después de sufrir una lesión. Esta noción ha vuelto a surgir con fuerza tras la lesión del jugador del Canarias Jaime Fernández. Sin embargo, debo confesar que encuentro esta afirmación más que cuestionable; De hecho, me atrevería a llamarla directamente absurda y estúpida.
Entiendo que, en un intento por levantar el ánimo y mantener una actitud positiva frente a la adversidad, algunos aficionados e incluso algunos compañeros de profesión recurran a esta especie de mantra. Pero, ¿realmente tiene algún fundamento? Desde mi punto de vista, esta creencia carece de base sólida y se sostiene principalmente sobre la esperanza y los buenos deseos. Por supuesto, es más que comprensible que los seguidores de un equipo o de un deportista en particular quieran mantener una actitud optimista, créanme que a eso no me gana nadie, ante una situación negativa como una lesión. Pero eso no justifica sustentar esta actitud en una afirmación tan vacía y, en última instancia, perjudicial.
El proceso de recuperación de una lesión deportiva es arduo y complejo. Implica no solo la rehabilitación física, sino también aspectos emocionales y psicológicos. La vuelta a la competición de alto nivel, como es la Liga Endesa, después de una lesión puede ser un camino lleno de obstáculos, dudas e inseguridades. La confianza del baloncestista puede tambalearse, y su rendimiento en la pista puede verse afectado por el miedo a volver a lesionarse. Por supuesto, existen casos en los que los jugadores logran superar una lesión grave y regresar a su máximo nivel. Ojalá este sea el caso de Jaime. Pero esto no es consecuencia directa de la lesión en sí, sino más bien del trabajo duro, la disciplina y la determinación del jugador propio, así como el acompañamiento profesional adecuado durante el proceso de recuperación. Y por qué no decirlo, también de algún fisquito de suerte.
Debemos ser realistas: una lesión es, en la inmensa mayoría de los casos, un enorme contratiempo en la carrera de un deportista. No es un trampolín mágico que lo catapultará hacia un nivel superior como parecen querer decir con el mentado «volverás más fuerte». La recuperación no es un camino lineal y predecible; puede haber contratiempos, recaídas y momentos de frustración. Esperar que un jugador siempre regrese «más fuerte» después de una lesión es, en el mejor de los casos, ingenuo, y en el peor, irresponsable. En lugar de aferrarnos a esta creencia simplista y poco fundamentada, por no decir que nada, deberíamos centrarnos en apoyar a los jugadores durante su proceso de recuperación, brindándoles el apoyo emocional y profesional que necesitan. Debemos entender que la recuperación de una lesión es un proceso individual y único para cada jugador, y que ni siquiera todos regresan al mismo nivel.
La idea de que un jugador volverá «más fuerte» después de una lesión, casi por sistema, es en mi opinión, una especie de mito que debemos dejar de perpetuar. Es hora de abandonar las ‘supersticiones’ y abrazar una visión más realista y comprensiva del proceso de recuperación deportiva. Solo así podremos ofrecer un verdadero apoyo a los jugadores en su camino hacia la recuperación y el éxito. Que, por cierto, también será el nuestro. Mis mejores deseos para Jaime Fernández. Y ustedes… ¿Qué opinan?